La movilidad de las caderas y el funcionamiento óptimo de la musculatura que la engloba, son elementos claves para el rendimiento no solo a nivel deportivo, sino también en nuestras actividades de la vida diaria. Si damos un pequeño repaso al concepto joint by joint observamos que nuestras caderas tienen una función móvil y, teniendo en cuenta esto, podríamos llegar a la conclusión de que una falta de movilidad en las mismas suele ser compensada por nuestra zona lumbar, la cual, según el mismo concepto, debe tener una función de estabilidad.
Curiosamente el dolor lumbar actualmente se encuentra en gran parte de la población adulta y también suele aparecer en personas que desempeñan su vida laboral en un entorno cerrado, como puede ser una oficina, y que pasan gran parte de su tiempo sentados (referencias bibliográficas 1, 2). Curiosamente, este tipo de actividades en las que se mantienen periodos largos y constantes de flexión de cadera, suelen generar tensión o ‘acortamiento’ en la musculatura flexora de cadera (lo cual necesariamente no debe ser indicativo de fortaleza de la misma), y glúteos demasiado elongados e inhibidos.
Sumado a eso, aparentemente el paso de los años suele afectar también a la movilidad de nuestras caderas. Si pensamos en un bebé y lo visualizamos tumbado boca arriba moviendo sus piernas o sentándose en el suelo, ¿seríamos capaces de adultos de meter un dedo del pie en nuestra boca?
Generalmente muchos programas de entrenamiento suelen mantener el foco en el trabajo sobre los músculos de la faja abdominal a la hora de prevenir factores de riesgo lesional o de reducir el dolor lumbar, dejando de lado el trabajo sobre las caderas. Y en realidad estas dos estructuras están totalmente relacionadas y deben funcionar en perfecta armonía, lo que hace prácticamente imposible hablar de una de ellas, sin tener en cuenta a la otra.
La mayoría de los gestos deportivos se realizan de pie y las caderas y su funcionamiento óptimo juegan un papel muy importante dentro de esa cadena que se encarga de transferir las fuerzas desde el suelo hacia las extremidades. Es por ello que a la hora de mejorar el rendimiento y prevenir lesiones, garantizar su óptimo funcionamiento será un punto clave a la hora de generar los programas de entrenamiento.
[uam_ad id=”15719″]
Incluir un trabajo enfocado en la movilidad de cadera, ayudará a la prevención de lesiones y dolores, permitiéndonos aumentar el rendimiento y mantener unos buenos hábitos de entrenamiento durante mucho tiempo. Así que, dale movimiento a tus caderas y lleva tu entrenamiento a otro nivel.
Jesús Ochoa Silva
Bibliografía.
- Walker BF, Muller R, Grant WD. Low back pain in Australian adults: prevalence and associated disability. J Manipulative Physiol Ther 2004;27:238–44.
- Cassidy JD, Carroll LJ, Cote P. The Saskatchewan health and back pain survey. The prevalence of low back pain and related disability in Saskatchewan adults. Spine 1998;23:1860–6.
- Volinn E. The epidemiology of low back pain in the rest of the world. A review of surveys in low- and middle-income countries. Spine 1997;22:1747–54. 13. Omokhodion FO, Sanya AO. Risk factors for low back pain among office workers in Ibadan, Southwest Nigeria. Occup Med (Lond) 2003;53:287–9.